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“… gracias, oh Dios, / por esta noche sin puntos cardinales, / de tierra caliente / y pechos inflamados;”.

Sirvan estos versos de Neruda, para empezar a retratar lo acontecido en la noche del primer sábado de agosto en la explanada del Palacio de Clavería de Aldea del Rey, donde “La soledad del Duero” refrescó la calurosa noche estival y “El tiempo de la palabra” nos trajo añoranzas que levitaron con acordes musicales. Una noche que, si se pudiese, sería para enmarcar; imposible de olvidar para aquellos que tuvieron el privilegio de participar en ella y difícil de retratar y expresar lo que el alma de cada uno de los allí presentes pudo sentir.

Hasta el propio premiado en la sexta edición del Certamen Nacional de Poesía ‘Valentín Villalón’, Luis González Córdoba, hombre experimentado en esto de las lides literarias, confesaba estar agradablemente sorprendido por la calidez y el acompañamiento poético de gran calidad en su recogida del “Premio Aldea del Rey”, cuando lo más habitual es un frío y protocolario acto.

 

Y no es para menos, en la noche aldeana se habían congregado poetas de diferentes rincones de la provincia ciudadrealeña e incluso algunos de más lejos. Coordinados por el poeta solanero Luis Díaz-Cacho Campillo, llegaron hasta el Palacio de Clavería los y las poetas: Charo Bernal, Eloísa Pardo, Francisco Jesús López, Juan José Guardia Polaino, Luis Díaz-Cacho, Luis Romero de Ávila, Marciano Sánchez, Mari Carmen Matute, María José Redondo (Mayu) y Teresa Sánchez Laguna. Y como parte indispensable del evento, la música, en esta ocasión a cargo de dos grandes cantautores de nuestra región, María De Toro y Vicente Castellanos, complementados de manera especial por los alumnos y alumnas de la Escuela Municipal de Música “Felipe Ruiz”.

Entre el público, más de un centenar, se encontraban todos los miembros de la Corporación Municipal, encabezada por el alcalde, Cándido Barba Ruedas; representantes del tejido asociativo local, las hijas del poeta aldeano Valentín Villalón y el poeta local Norberto López; políticos comarcales, como el alcalde de Almagro Francisco Ureña; así como representantes del mundo cultural de la provincia de Ciudad Real, entre ellos el fotógrafo artístico Ventura Huertas, la pintora Olga Alarcón, el poeta Paco Caro, la poeta Raquel García, el músico Felipe Ruiz, el escritor e historiador Luis María Sánchez Ciudad y los editores María Jesús Gallego y Julio Criado. Los grandes ausentes en esta edición fueron los alfareros Ángel Leal y Graci Arias, para los que hubo palabras de elogio y de agradecimiento.

La concejala de Cultura, Araceli Valbuena Cofrade, mantenedora del acto, iniciaba su intervención con palabras agradecimiento y de bienvenida al acto de entrega del ‘Premio Aldea del Rey’ del VI Certamen Nacional de Poesía, que sirve al mismo tiempo para reconocer año tras año la figura de un aldeano, amante de la educación y de la cultura. “En este caso, de las letras en mayúscula, me estoy refiriendo a Valentín Villalón, al que da nombre este certamen y que segura estoy que se fue muy orgulloso de que un premio de nivel nacional llevase su nombre. Además, un premio de poesía que él tanto amaba y del que era un gran maestro”, dijo la edil de Cultura.

Araceli Valbuena, realizó todo un alegato a favor de la poesía cuando dijo que “la poesía es un tesoro cultural que nos permite conectarnos con nuestras emociones, explorar nuevas ideas y enriquecer nuestra visión del mundo”. Según la concejala de Cultura “la poesía a menudo es considerada un arte minoritario, pero su poder transformador es inmenso. En un mundo cada vez más acelerado y digital, la poesía nos recuerda la importancia de la pausa, de la reflexión, de la conexión con nuestras emociones y con el mundo en el que nos rodea”.

Y añadió que la poesía “nos permite dar voz a nuestros sentimientos más profundos, expresar aquello que a veces resulta difícil de articular con palabras. Nos ayuda a entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás, a construir puentes entre diferentes culturas y generaciones. En este sentido, el premio que hoy celebramos no solo reconoce el talento de un poeta, sino también la importancia de la poesía como un faro de luz en nuestra sociedad”.

Tras la intervención de la edil de Cultura, tuvo lugar la primera intervención de la Escuela Municipal de Música “Felipe Ruiz”, ‘El último mohicano’ a cargo del trio compuesto por Almudena Pardo, Esther Pardo y María Alcaide. A lo largo de la velada volvieron a participar en otras tres ocasiones más, en las que interpretaron ‘El Rey león’, ‘Tarzán’ y la ‘Sinfonía núm.40 de Mozart’.

Seguidamente tomó la palabra el alcalde de Aldea del Rey, Cándido Barba Ruedas, quien elogió la figura de Valentín Villalón y recordó, con cierta emoción, cuando en el año 2019 “prometí, durante la celebración del recital Poesía en Palacio y con Valentín presente, que íbamos a crear este certamen. Promesa altamente cumplida”. También mostró su orgullo, cómo alcalde y aldeano, por sus gentes, citando entre otros al alumno del CEIP Maestro Navas, ganador del Concurso Oretania de Poesía Infantil.

Barba, recordó a los presentes que se encontraban en la explanada del Palacio de Clavería, “Un edificio por el que este Equipo de Gobierno apuesta para que se convierta, más pronto que tarde, en hospedería, con ayuda de todas las instituciones y administraciones y que, por cierto, ya está en obras”, y añadió que para ellos “sigue siendo un reto el poner en marcha iniciativas que promocionen la palabra, la literatura y la lectura en nuestro municipio, puesto que el conocimiento y el pensamiento forjan sociedades fuertes, igualitarias, diversas y más felices. Algo para lo que desde el minuto uno que tomamos posesión de nuestros cargos estamos trabajando todos desde este equipo de gobierno”.

Luis Díaz-Cacho, como presidente del Jurado que ha valorado los trabajos presentados a dicho certamen, destaca que ‘La soledad del Duero’ es una obra sensible y sentimental, hermosa, perfectamente estructurada en su unidad, poesía en esencia pura y muy fácil de leer, que atrapará al lector desde sus primeros versos. “La soledad, la ausencia, la infancia, la niebla, el silencio, la nostalgia, el cielo, la luz, la tierra, la sombra, y el agua en repetidas circunstancias están presentes en el cauce y en las riberas de este río a su paso por Soria, Zamora y Oporto”.

Y como coordinador de los Encuentros Oretania de Poetas, Luis Díaz-Cacho Campillo, informó sobre estos encuentros señeros en la región “que nacieron en el año 2009, con la intención de poner en valor la palabra, la poesía y la creatividad. Se concibieron como un espacio de encuentro, de relación y de convivencia de los unos con los otros, y como oportunidad para reunir a las poetas y a los poetas de la provincia de Ciudad Real”.

En la decimoséptima edición del Encuentro Oretania de Poetas, “El tiempo de la palabra”, han escrito los y las poetas sobre “una temática transcendental para todos y cada uno de nosotros y de nosotras: la vida, el tiempo, el paso del tiempo y de la vida o el paso de la vida y del tiempo. Indisolubles el uno de la otra para cualquier persona desde el mismo momento de abrir los ojos a la luz del día por primera vez. No es posible que exista la vida si no existe el tiempo. Y no podríamos acumular tiempo a nuestras vidas si no hubiese vida. Dicotomía intrínseca de la convivencia de ambos”.

Todos y todas las poetas participantes, autoridades y organizadores mostraron su repulsa por el genocidio de Gaza y el asesinato indiscriminado de tantos niños indefensos, acuñándose la frase “Gaza en el corazón”.

Tras el recital poético musical “El tiempo de la palabra” se dio paso a la entrega del “Premio Aldea del Rey” al poeta cántabro, Luis González Córdoba, quien detalló el contenido de su libro, “La soledad del Duero”, estructurado en tres partes “las tres ciudades para mí más emblemáticas o más importantes por las que discurre, que son Soria, Zamora y la portuguesa Oporto”.

González Córdoba dijo conocer el Duero “de niño porque mi padre era de un pueblecito pegado a Aranda de Duero y pasaba los veranos con mis abuelos en aquel pueblecín, el Duero era donde mitigábamos el calor del verano en unas pequeñas charcas tranquilas, sin peligros, entonces no era consciente de nada, nada más, que allí había agua y yo estaba a gusto”. Un río que al poeta cántabro dejó honda huella, “me gustaba escuchar la monótona plegaria del agua, o como mejor lo diría Gerardo Diego, la sonata del agua”.

El poeta describe su obra como “un libro de soledad, hay mucha soledad, hay esperanza, la esperanza está más en ese Claudio Rodríguez que siempre decía que la claridad viene del cielo y quería que hubiese esperanza, hay amor, hay sueño y hay nostalgia”. Finalizó su intervención con un poema de cada una de las tres partes del libro.

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